Karin Fleischer

Danza Movimiento Terapia es parte de un nuevo campo profesional aún en desarrollo que supone la necesidad de integrar arte y ciencia. Cómo emerge esta necesidad y cuáles algunos de sus rasgos fundamentales son preguntas que intentaremos responder a lo largo de este trabajo, en el cual desarrollaremos la historia y la situación actual de esta nueva profesión.

Orígenes

En las décadas del 40 y 50 del siglo XX comienza a emerger en diversos lugares de Estados Unidos, el interés por la utilización de la danza y el movimiento con fines terapéuticos.
Dos factores contribuyen a este fenómeno: por un lado, el desarrollo de la danza moderna y por otro, el regreso de los soldados desde Europa luego de finalizada la guerra, con lo que actualmente se conoce como síndrome por estrés post-traumático y consecuentemente la superpoblación de los hospitales psiquiátricos que excedía las limitadas posibilidades de atención.
Con respecto al primer factor, la danza moderna posibilitó liberar el potencial expresivo de la misma del excesivo tecnicismo y perfeccionismo de la danza clásica. La expresión individual de las emociones, conflictos, deseos adquirió nuevamente prioridad. Ejemplos de este pasaje son:
Isadora Duncan en Estados Unidos y Mary Wigman, en Europa, quienes buscaron fuentes de inspiración en estados subjetivos; expresando a través del movimiento aquello que no podía decirse con palabras.
Rudolph Laban, coreógrafo austro-húngaro, quien ya en ese entonces consideraba que tanto lo que sentimos como lo que pensamos afecta al movimiento; del mismo modo, que nuestra manera de movernos influye sobre nuestro pensamiento.
La escuela Denishawn, fundada por Ted Denis y Ruth Shawn, integró elementos de la cultura oriental y de la mitología griega y fue fuente de inspiración para Marta Graham y Doris Humphrey.
Junto con el descubrimiento del inconsciente y nuevos estudios del mismo a partir de Freud, Adler y Jung, Marta Graham, encontraba inspiración para sus danzas en este material, e intentaba expresarlo a través de las mismas. Su padre, psiquiatra, le decía ya por ese entonces que podía hacer una lectura de sus pacientes observando sus movimientos.
Es en este contexto, que en 1942, Marian Chace, bailarina de la escuela denishawn, discípula de M. Graham y D. Humphrey, es invitada a trabajar en el Hospital Federal Psiquiátrico St. Elizabeth en Washington D.C. Comienza entonces un trabajo en colaboración con el psiquiatra de dicha institución, quien pudo advertir los efectos positivos que se estaban consiguiendo tras introducir allí un espacio de danza y movimiento.
Esto sucedía antes del advenimiento de las drogas psicotrópicas, en un momento de apertura hacia nuevas formas de tratamiento.
Ya previo a su ingreso a trabajar con adultos hospitalizados, la intencionalidad de Chace en sus clases a niños y adolescentes había comenzado a cambiar. Su foco de atención ya no era la técnica a enseñar sino la persona moviéndose.
En 1950, dedicada ya totalmente al trabajo en Danza Movimiento Terapia, comienza a escribir artículos, ofrece seminarios y acepta practicantes en formación en el Hospital.
Chace acordaba con otros en que las tensiones y distorsiones corporales son reflejo de experiencias traumáticas. Sin embargo, consideraba que era significativo trabajar hacia la posibilidad de un cambio en la imagen corporal sólo cuando la persona pudiese estar psíquicamente lista para un cambio. El respeto por la integridad del otro y su utilización de la empatía kinestésica fueron claves fundamentales en el desarrollo de su trabajo.
Paralelamente, en esos mismos años, pero en la costa oeste de Estados Unidos, Trudi Schoop, de origen Suizo, empezaba a desarrolar su labor en el ámbito hospitalario con pacientes esquizofrénicos crónicos. Trudi Schoop era internacionalmente reconocida como bailarina y pantomima profesional, había recorrido diversos países actuando con su grupo, y en Suiza había sido invitada por el Dr. Bleuler — médico psiquiatra profesor de Jung — a bailar ante sus pacientes en el hospital.
A través de su experiencia en el Hospital estatal de Camarillo en California, Trudi recordó la misma impresión que había tenido muchos años antes, al actuar ante los pacientes del Dr. Bleuler en Zurich. Consideraba que estos pacientes parecían vivir toda su vida a través de una única emoción primaria; y podía reconocer en sus cuerpos y movimientos la manifestación física de la disociación («Die Splitting»), término que Bleuler utilizaba para definir a la mente esquizofrénica. En 1978 escribió:
«Algunos pacientes poseen una liviandad que olvida el peso. No pueden estar seguramente enraizados. … Piensen en la diferencia que hay entre una liviandad saludable, alegre, que contiene en sí la posibilidad del enraizamiento, y la liviandad que ha perdido el sentido del peso. Esta cualidad es característica en algunos niños autistas y adultos esquizofrénicos, quienes parecieran flotar alrededor, sin peso, descorporeizados.» (Schoop, 2000:95)
En otro ejemplo, comenta,
«Otro paciente, en mi grupo, ha olvidado su suavidad y vive solamente una existencia staccato. … Podemos observar infinitos casos que ilustran extremos semejantes: personas solamente deprimidas, solamente enojadas, solamente excitadas, solamente quietas o amorosas» (Schoop, 2000:95)
Trudi Schoop intentaba muy gradualmente ofrecerles la posibilidad de, no solo, reconocer la existencia de aquellos otros lados olvidados, sino también la de «incorporarlos» a través de la experiencia. Ella reconocía la importancia de la danza como la formulación física del self, y este reconocimiento se enraizaba en su propia experiencia de vida; en como había podido a través del arte de bailar trabajar y reconciliarse con los miedos y obsesiones que la habían acosado desde su infancia.
También en la costa oeste, y en los mismos años, Mary Whitehouse, discípula de Mary Wigman y Martha Graham comienza a desarrollar una nueva aproximación pero no en clínicas ni en hospitales, sino en estudios y con personas «neuróticas» normales. A partir de su análisis personal con Hilda Kirsch, analista Junguiana, Whitehouse decide realizar estudios en Psicología Analítica en el Instituto Jung de Zurich. De regreso, desarrolla una enorme contribución al integrar ciertos principios de la psicología analítica como por ejemplo: la función simbólica de la psique, el principio de polaridad y el método de imaginación activa con todo su conocimiento respecto a la experiencia del cuerpo y el movimiento. Cual es el origen del movimiento en la psique, cual es la diferencia entre el movimiento como expresión de la conciencia y como expresión del inconsciente, cómo se siente el movimiento desde adentro, desde dónde se inicia, son algunas de las preguntas que comenzaba a plantearse cuando en «Reflexiones sobre una Metamorfosis» expresa:
«Fue importante el día que descubrí que no estaba enseñando Danza sino que enseñaba a Personas. No lo sabía pero fue el comienzo de un cambio oceánico, la puesta en marcha de una actitud aún inmersa bajo el agua, que crecería lentamente a la superficie a través de los años.

[…] Mostraba la posibilidad de que mi interés primario pudiera tener que ver con procesos y no con resultados, no con el arte directamente sino con otro tipo de desarrollo humano». (Whitehouse, ed. by Pallaro1999:5)
Whitehouse se propuso inicialmente intentar volver a conectar el movimiento con su raíz instintiva, con aquello que había quedado oculto bajo el peso de la forma y de la técnica. Y es precisamente ésta, una de las características del juego simbólico: la de ponernos en contacto con aquello originalmente reprimido.
Mary Whitehouse desarrolla gradualmente una nueva aproximación dentro de Danza Movimiento Terapia basada en el reconocimiento de la función imaginativa y simbólica de la psique, conocida actualmente como Movimiento Auténtico.
Esta sincronicidad en los eventos y el desenvolvimiento de los mismos condujo a que en 1966 se fundara la Asociación Americana de Danza Movimiento Terapia, contando inicialmente con 73 miembros fundadores, quienes definieron la Danza Movimiento Terapia como «la utilización planificada de cualquier aspecto de la danza con el propósito de contribuir a la integración psíquica y física del individuo».
Las primeras pioneras basándose fundamentalmente en su praxis, buscaron en la misma formas de comunicar y contextualizar sus experiencias. Gradualmente un cuerpo teórico empezaba a tomar forma, enriquecido e influenciado por la colaboración con profesionales del campo de la salud mental o por sus propias investigaciones y estudios. Las siguientes generaciones continuaron profundizando esta búsqueda en pos de un cuerpo conceptual propio.
Hay diversos aportes y estudios que contribuyeron a crear esta fundamentación tales como: los sistemas de observación y análisis del movimiento, las perspectivas psicoanáliticas y analíticas respecto al movimiento y a la imaginación motora, y las investigaciones sobre la comunicación no-verbal.
Desarrollar cada uno de estos fundamentos está más allá del alcance de esta presentación; no obstante me gustaría detenerme, aún brevemente, en un elemento que considero central y propio de DMT: la sincronicidad interaccional, vinculado a las teorías estructurales acerca de la comunicación no-verbal.

La sincronicidad interaccional — sintonía corporal — resonancia empática.

La sincronicidad interaccional se refiere a la capacidad del individuo de moverse con otro a un mismo ritmo. Está relacionado con los conceptos de sintonía y resonancia empática, es decir con la capacidad de un individuo de resonar empáticamente con la experiencia de otro.
Una frase comunmente escuchada en los programas de DMT es la importancia de «entrar en el mundo del otro». Un rasgo fundamental del danza movimiento terapeuta es la de ir al encuentro del otro ahí donde el otro está; y la posibilidad de ir al encuentro depende de su capacidad para sintonizar corporalmente con la experiencia de ese otro. Dicha sintonía corporal o empatía kinestésica es fundamental en la creación de un vínculo, y está presente en los inicios del desarrollo temprano de nuestra subjetividad.
El recien nacido se mueve en segmentos de segundo que parecieran estar en sincronía con la estructura del lenguaje adulto.
Así mismo, las últimas investigaciones en las nuevas neurociencias han demostrado que una relación de sintonía corporal en la díada madre-hijo es determinante en el crecimiento de ciertas areas cerebrales fundamentales al desarrollo socioafectivo del niño.
Allan Schore, investigador psiconeurobiólogo denomina a esto «sistema de influencias recíprocas mutuas».; y considera que una interacción de sincronicidad mutua, en la cual madre e hijo resuenan el uno con el otro, delicadamente conectados, cada uno transformando el estado emocional y físico del otro, posibilitando un estado óptimo de placer y receptividad, es fundamental durante el primer año de vida (Schore 1996). Al respecto, expresa
«la madre no solo actúa como moduladora del estado afectivo del niño, sino también como reguladora de la producción de neuro-hormonas y hormonas que influyen en la activación de sistemas de actividad genética que programan el crecimiento estructural de aquellas regiones cerebrales (específicamente los sitemas límbico y la corteza pre-frontal, orbital del hemisferio derecho) que son esenciales en el futuro desarrollo socio emocional del niño» (Schore, 1996:61)
La maduración de esta zona del cerebro está completada hacia el primer año de vida y depende para ello de las respuestas sintónicas entre los miembros de la díada.
Stern (1985) denominó a esta capacidad de resonar, afecto vital o creciente, componentes del afecto de entonamiento. En el campo de la Psicología del Desarrollo ha sido uno de los primeros en diagramar el impacto de las respuestas de entonamiento o el fracaso de las mismas, en el desarrollo psicosocial del infante.
La evidencia de que la mutualidad en los intercambios conduce al crecimiento nervioso y bioquímico del cerebro del infante es directamente relevante a los estudios analíticos, a las investigaciones en al área del desarrollo y a los trabajos clínicos que hacen referencia al rol crítico de la interacción diádica en el desarrollo de una base estable para el crecimiento del self.
Esta misma noción ha sido también estudiada por los etólogos, quienes aseguran que la cualidad de la primera figura de apego influye en los ciclos subsiguientes de desarrollo y en la naturaleza de la identidad subjetiva.
Esta comprensión del rol de las primeras experiencias de sintonía o entonamiento socioafectivo tiene importantes implicancias en las prácticas terapéuticas.
De acuerdo a dichas investigaciones, es fundamental la capacidad personal de involucración subjetiva del terapeuta para que interacciones positivas de entonamiento con el paciente puedan tener lugar.
Por lo tanto, la perspectiva neurobiológica actual da importancia a aquello que en Danza Movimiento Terapia ha sido fundamental desde el nacimiento mismo de esta profesión, la cualidad empática en el accionar del danza movimiento terapeuta.
Las pioneras en DMT sabían — como todo psicoterapeuta sabe – que la posibilidad de dar lugar a cambios psíquicos a partir de la experiencia de movimiento dependía inicial y fundamentalmente de la creación del vínculo terapéutico; y la creación del mismo, de su capacidad de poder reflejar empáticamente al otro.
En Danza Movimiento Terapia esta forma de resonancia corporal empática, tiene lugar tanto en la experiencia de «moverme junto a otro», en formas de espejo o «mirroring», así como también en la actitud de escuchar en el propio cuerpo como resuena la experiencia del paciente.
La primera generación de danza terapeutas, así como las que siguieron, descubrieron y aprendieron en sus propios cuerpos, a partir de una actitud de receptividad y resonancia empática como tender un puente a otros, adultos y niños, a veces en estado de completo aislamiento. Puente, que una vez creado permitía la maravilla de ver como en cuerpos inertes, adormecidos o ensimismados, de pronto emergía la danza, y con ella una nueva posibilidad de vida.
En el ámbito psicoterapéutico relacionado al tratamiento de las neurosis, la resonancia — o reflexión — empática como método diferente al de la interpretación se desarrolló cada vez más durante las últimas décadas, comprobándose, por ejemplo, su mayor eficacia en los tratamientos de trastornos narcisistas, tanto como en otros donde el control ocupa un lugar central.
Reflejar en el trabajo clínico requiere que la expresión del paciente no se detenga en el ego del terapeuta, sino que sea llevado a su inconsciente y pueda volver al paciente, sin traer nada nuevo más que la percepción de aquello que él reveló.
En términos de movimiento, significa que la respuesta corporal del terapeuta no es una mímica de la experiencia del otro, sino la expresión que emerge después de haber dejado entrar al otro en mí, y que consecuentemente abarca tanto la experiencia consciente como la inconsciente.
Existe una cultura primitiva al noroeste del Amazonas, los indios tucanos que consideran al mecanismo de responder empáticamente o «ecoar» como la gran ley del circuito de la energía por medio del cual toda la creación transmite continuamente el mensaje de su Creador. Ellos distinguen entre percibir y concebir. Percibir es ver y conocer; aquello que puede ser visto y conocido puede ser clasificado. Concebir es diferente, es abrir y conocer.
Al concebir, cuerpo y mente se abren para reflejar, y en el reflejar o espejar posibilitan el conocer y comprender.
Concebir en mi cuerpo la experiencia del otro es un arte largamente practicado por danza terapeutas; arte que responde a la necesidad, tan antigua como la vida, de ser reflejado por otro, parte de la inevitable incompletud que acompaña al crecimiento.

Situación Actual de la DMT

Para concluir, quisiera compartir algunos datos que corroboran el crecimiento que ha tenido la DMT durante las últimas décadas.
Desde aquella primera Asociación en 1966, hoy existen profesionales reconocidos de Danza Movimiento Terapia además de en dicho país de origen, en Canadá, México, Brazil, Argentina, Inglaterra, Italia, Israel, Alemania, Austria, Bélgica, Luxemburgo, Suiza, Francia, Holanda, Noruega, Suecia, República Checa, Australia, Japón, Corea, España y Portugal.
La Asociación Americana trabaja para establecer y mantener standards de calidad y competencia tanto profesional como educativa; y se está discutiendo actualmente la necesidad de crear standards internacionales que puedan facilitar el reconocimiento de profesionales en países donde el desarrollo de la misma es aún incipiente. Además de las Conferencias anuales organizadas por la ADTA, donde se ofrecen seminarios, conferencias, y las últimas publicaciones e investigaciones en el campo de la DMT, también se han celebrado diversos Congresos Internacionales. En 1994, se celebró el Primer Congreso Internacional, en la clínica psiquiátrica de Spandau, en Berlín; y en el 2000 se realiza la quinta Conferencia para el desarrollo de los profesionales europeos de la DMT y se crea la Red Europea para Asociaciones de DMT.
En el año 2003, la Asociación de Gran Bretaña obruvo la posibilidad de integrarse al Consejo nacional de las profesiones de la salud, por lo cual Danza Movimiento Terapia pasa a ser regulada y considerada como profesión independiente dentro del servicio nacional de la salud.
En Estados Unidos, además de la publicación anual por parte de la Asociación Americana, trabajos de DMT también han sido incorporados en The Arts and Psychotherapy, testimonio de otro paso importante en la inserción al campo profesional de la salud mental.
En el presente año, durante el mes de Julio se llevaron a cabo las Primeras Jornadas Luso-Hispanas de Danza Movimiento Terapia, en Barcelona, España. Dichas Jornadas atestiguaron el auge actual en el desarrollo de esta profesión en países de habla hispana. El ejemplo del largo recorrido realizado por colegas de Italia, Israel, Inglaterra y más recientemente España y Portugal ha sido estimulante para quienes estamos trabajando en pos del desarrollo de la misma en nuestro país.
En Argentina existe una Asociación profesional, que es la AADT, dos programas de entrenamiento a nivel privado, uno en DMT, otro en Movimiento Auténtico, que es una orientación dentro de la misma, y en el presente año han comenzado a desarrollarse programas de estudio de DMT en el ámbito universitario. El ingreso de Danza Movimiento Terapia al ámbito universitario es testimonio de una demanda y necesidad colectiva, y significa una importante y necesaria contribución al establecimiento de esta profesión en nuestro país.
Para finalizar, pienso que en cada nuevo país donde Danza Movimiento Terapia comienza a desarrollarse como campo profesional, es importante desde la propia idiosincracia – o sin perder la misma – reconocer al mismo tiempo su pertenencia a un territorio ya existente, que ha dejado y continúa dejando constancia, no solamente del inmenso valor que subyace en la expresión a través del movimiento, sino también de la existencia de un trabajo estructurado, sistematizado, orientado y enraizado psicodinámicamente, fruto de cuarenta años de labor profesional en esta valiosa y desafiante tarea de integrar el arte y la ciencia.
Y en cada nuevo lugar donde este desafío emerge, el horizonte se nos abre inicialmente ideal y muchas veces también, inicialmente incierto; sin embargo, al decir de María Zambrano:

«El horizonte es algo ideal aún en la visión física.
El animal no debe tenerlo y la planta no lo necesita.
Si el hombre lo perdiera, perdería su humanidad»

Bibliografía

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Mujica, H., 2002, Poéticas del Vacío. Madrid: Trotta.
Panhofer,H., 2005, El Cuerpo en Psicoterapia, Teoría y Práctica de la Danza Movimiento Terapia,Barcelona: Gedisa.
Schore, A., 1994, Affect Regulation and The Origin of the Self, Hillsdale, NJ: Lawrence Erlbaum.
Scohre, A., 1996, «The experience-dependent maturation of a regulatory system in the orbital prefrontal cortex and the origin of developmental psychopatology», Development and Psychopatology, 8: 59-87
Stern, D., 1985, The Interpersonal World of the Infant. New York: Basic
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Whitehouse, M. 1969-1970, «Reflections on a Metamorphosis», publicado en Authentic Movement, Essays by Mary Whitehouse, Joan Chodorow & Janet Adler, editado por Patrizia Pallaro, 1999, London: Jessica Kingsley