Karin Fleischer

«Cava en ti una parte para el misterio
deja en tu corazón un rincón
un barbecho
para lo que traigan los vientos
prepara en tu alma un lugar
para lo desconocido»
Amiel

Movimiento Auténtico es una disciplina que se desarrolla como una orinetación en  Danza Movimiento Terapia dentro de un marco de referencia Analítico. Central a esta forma de trabajar es la relación entre una persona que se mueve: «mover», y otra que mira: «testigo»; así como también la relación entre «moverse» y «ser movido». «Moverse» o «yo me muevo», refleja la actitud mas conocida, la del yo hago, dirijo, controlo; indica por lo tanto la voluntad del yo. «Ser movido» implica abandonar inicialmente esta actitud para permitir que algo suceda. Lo primero es la escucha, el silencio, la apertura a lo que aun no sé, dando la posibilidad para que ese impulso inicial tome forma a través de movimientos, sonidos, imágenes.

Movimiento Auténtico se utiliza tanto como herramienta psicoterapeutica así también como práctica personal creativa; consecuentemente se trabaja tanto individual como grupalmente.
Dentro de un contexto de práctica y aprendizaje grupal existen diversas modalidades de trabajo. El «gran círculo» refleja una etapa del trabajo colectivo avanzada. En el presente escrito intento contar y por lo tanto compartir la experiencia de un Gran círculo, en el cual participaron siete mujeres, todas ellas con varios años de experiencia en Movimiento Auténtico.
En dicha experiencia pareció resumirse y expresarse claramente un aspecto esencial de este trabajo. La expresividad que surge en el cuerpo, la cualidad vívida que se manifiesta cuando emerge aquello que no ha sido condicionado. Cuando esta acción es compartida aparece también un sentido, un órden que abarca al individuo a la vez que lo trasciende. Al volver sobre esta experiencia se evidencian ciertos elementos: la cualidad de lo lento y los detalles, la sincronicidad, la experiencia de lo numinoso, la sombra y el ritual. Elementos que muestran cierto parentesco entre sí, o manifestaciones diversas de lo ocultado por un modelo de pensamiento lógico y dual.
Expresar en palabras aquello que «es» en la experiencia es como contar una danza o describir un cuadro; por lo tanto este trabajo intenta solo acercar lo que ha quedado luego de la misma, dejar un rastro que pueda ser una nueva invitación.
El encuentro se llevo a cabo en las Sierras Cordobesas, en un contexto natural, espacio rodeado de arboles y pájaros. Para algunas de ellas, este era ya su sexto o séptimo año de formación. El tiempo y la constancia en la práctica crean la confianza necesaria para una entrega y profundidad de experiencia cada vez mayor. Luego de cierto tiempo de trabajo compartido, esta experiencia deviene tanto individual como colectiva.
Para comenzar cada mujer ocupa su lugar en el círculo, sentadas, contemplan el centro que está vacío. El círculo es una antigua forma arquetípica que aparece en rituales, celebraciones y ceremonias en las cuales se honra lo sagrado. «Cada cosa creada, -expresa Black Elk- ha sido en un círculo. El cielo es redondo y he escuchado que la tierra es redonda como una pelota y también lo son las estrellas. El viento en su mayor potencia se mueve circularmente … y así lo es todo donde el poder de la creación se mueve…» 1
Una de las principales funciones que la curación simbólica comparte con la mitología en general es la construcción de un mundo simbólico en el cual el individuo pueda sentirse familiar, seguro, confortable. A veces en diferentes tradiciones, tanto en Oriente como en Occidente, esto es expresado a través de mandalas. Eliade dice al respecto: «El mandala es principalmente un imago mundi, representa al cosmos en miniatura y al mismo tiempo su construcción. … El individuo al volverse simbólicamente contemporáneo con la Creación del Mundo, se ve inmerso en la totalidad primordial de la vida; y es penetrado aquí por las fuerzas que illo tempore, hicieron posible la Creación»2 .
La descripción de Eliade respecto al mandala muestra cierta semejanza con la experiencia de las personas que participan de la creación de este círculo en Movimiento Auténtico. El retorno a las aguas atemporales da lugar en el cuerpo y la psique a un proceso de transformación, a la posibilidad de una creación nueva. El círculo expresa y contiene esta posibilidad. La relación que la persona establece con esta fuente arquetípica, con este fondo o con aquello que encuentra al entrar al centro del círculo no es del orden de lo conocido por nuestra lógica cartesiana, sino que responde tanto a otra forma de sabiduría contenida en el inconsciente como a lo aun por crear.
El sonido de la campana indica el inicio. En silencio cada una escucha y espera el emerger de un impulso que le indique que es momento de entrar. Durante el tiempo que dura el trabajo, las personas pueden entrar al centro a moverse y retornar a sentarse nuevamente como testigos las veces que así lo deseen.
Liliana cierra los ojos, entra caminando en diagonal, pareciera recibir el viento. Otras tres mujeres entran a la vez. En el suelo una de ellas mueve suavemente un instrumento sobre su pecho, el ritmo es lento. Otra se desplaza aceptando su incomodidad, al no negarla, encuentra una posibilidad de estar. Cuando el movimiento surge de la escucha, cuando no es la voluntad o el automatismo quien tiene el mando, se manifiesta una cualidad diferente y surgen entre otras cosas los detalles. Cada gesto cuenta, cobra vida; y cada expresión por más pequeña que sea muestra su impecabilidad. Hillman lo explica de este modo: «La psique siente atracción por la precisión; los detalles se hayan presentes en las historias de los niños, en los rituales y lenguajes primitivos y en la exactitud con la cual tratamos cualquier cosa»3.

Otra cualidad es la lentitud. Al dejar de ser necesario el tener que llegar, al dejar de lado la meta o el propósito, el estar se vuelve significativo en sí mismo. El movimiento entonces se vuelve la expresión de aquello que no pudo ser capturado, ni colonizado por el intelecto. La atención a los detalles recuerda los movimientos de un bebe cuando comienza su etapa de autodescubrimiento. Y este ritmo, su cadencia, «el pudor de lo lento»4 semeja un saber de otro tiempo, como lo es la repetición de un rito, la expresión de un poema o el decir de una plegaria; instantes en los cuales el ser humano, al decir de Nietzsche, deja de ser calculable para volverse real.
Silvia empieza a caminar y queda inmediatamente entre las piernas de la mujer que está acostada en el suelo. Siente que está por salir de ella en el momento que otra le toma su cabeza por detrás. Momentos de sincronicidad suceden a menudo luego de años de práctica, confianza y conocimiento mutuo. Debido a que el fenómeno de la sincronicidad implica un limite fluido entre la realidad interna y la externa, el inconsciente puede venir a nosotros o manifestarse tanto desde nuestro interior como desde afuera. De este modo, cada una encuentra en la otra una expresión de su propia realidad interior, aquella que por alguna razón busca constelarse.
Patricia está sentada, su pelvis pareciera enraizarse en la misma tierra, sus movimientos expresan la pequeñez que se siente al encontrarse con aquello que nos rebasa, abarca, trasciende: sus lagrimas, la expresión que este encuentro despierta.
Hay momentos durante esta apertura al inconsciente en los cuales la persona es movida a experimentar una cualidad y energía diferentes. La experiencia directa de lo numinoso expresa el encuentro con lo Otro, un misterio que se presenta y la persona siente como gracia. No puede ser buscado, ni generado por ella. Experiencias como estas han recibido diversos nombres a través de la historia y las tradiciones, y han permanecido durante siglos exclusivamente dentro del territorio de la religión. En nuestra práctica es esencial distinguir este tipo de experiencias de conflictos personales no resueltos, así como también aprender a ubicarse en relación correcta con este material.
Marta deja su figura bajo el manto rojo, deja de ser ella, es un gemido antiguo, dolor pulsando vida. La última mujer en entrar se deja caer en el centro, en ella algo tan largamente construido y defendido pareciera haberse desplomado, un sonido diferente, áspero a veces, sale antes que sus lagrimas… del otro lado está la niña esperando, su posibilidad de amar.

En Movimiento Auténtico cuando la persona luego de atravesar resistencias, pareciera finalmente rendirse a la posibilidad de «ser movida», da lugar a la expresión de la Sombra. El temor o resistencia inicial de encontrarnos con la misma se debe a que necesariamente en un comienzo estos contenidos entran en conflicto con la actitud de la conciencia. Pero si la persona puede permanecer allí y aceptarla, se abre al mismo tiempo a una conexión directa con lo más vital, lo más genuino, aquello que hubo de ser suprimido o nunca alcanzo la luz en el comienzo de nuestra individuación. «Para que la danza se abra tenemos que permitirnos ser tocados, ser movidos»decía Mary Whitehouse. Para que la vida vuelva a abrirse en nosotros, vuelva a habitar en nuestro cuerpo, tenemos que atrevernos a entrar en nuestra sombra, a dejarnos tocar por ella. Su aceptación nos conduce a una nueva situación con una misma, no genera acumulación sino transformación, trasladándonos a una nueva forma; forma que abarca la propia y «legitima extrañeza»5 que ha tratado de dominar nuestro modo de pensar racional. La sombra como la alteridad; la alteridad como aquello que el ser pide, como la esperanza.

Siete mujeres expresan a través de sus cuerpos lo que aun no saben. Cuando lo más original se manifiesta, lo individual encuentra su singularidad en lo colectivo. Entre todas se desenvuelve un ritual que no ha sido planeado, ni buscado, ni siquiera imaginado. Lo colectivo y lo individual se encuentran sin anularse.
A diferencia de otras formas rituales, la experiencia de lo colectivo aquí no está basada en un sistema de creencias, ni existe, una intención a priori.  Janet Adler advierte que «debido al don y al peso de nuestra conciencia egoica, podemos informarnos y nutrirnos con rituales de otras culturas pero debemos continuar escuchando pacientemente a la espera de nuestra propia expresión«6.
Al posibilitar cada individuo la expresión de su singularidad, lo colectivo se hace presente desde adentro y no es impuesto desde afuera. Como si en la singularidad de cada una estuviese potencialmente presente lo otro, la comunidad; la cual se muestra como consecuencia orgánica de la experiencia misma. Al des-cubrirnos y crearnos desde nuestra singularidad estamos creando también una nueva posibilidad de lo colectivo
Y en el final cada gesto se vuelve significativo en sí mismo y en este contexto cada cuerpo es nuevamente habitado por la vida. Cada uno de los movimientos resulta esencial, adquiere así un sentido que no es puesto desde afuera. Cuando en la expresión, nada está de mas ni de menos, la misma se vuelve real, y lo real se vuelve bello.
Para los indios Navajos, la belleza ¬ hozho – no está separada de la salud y corresponde al orden normal de la naturaleza. La belleza no está afuera sino en el espacio existente entre el individuo y las cosas, en el espacio de la relación con lo otro7. Del mismo modo, en la experiencia sucedida en este círculo, la belleza fuera de todo modelo a ser imitado, es la expresión de lo más genuino, expresión que abarca el conflicto y el dolor. Vivir bellamente es vivir en relación con eso otro que me mantiene despierto, no permitiendo que se adormezca el asombro.
Holderlin pregunta «¿Como volver a lo real a lo que nos ha desacostumbrado lo cotidiano?«8. La campana suena tres veces, indica que es tiempo de concluir la experiencia. Luego de la misma, el retorno a lo cotidiano se vuelve un desafío y también es lo que da sentido al trabajo. Quizás en la utopía de que alguna vez, lo auténtico pueda ser rescatado de la sombra de lo aparente y esto que llamamos cotidiano, condicionado y limitado hoy por una razón eminentemente productiva, pueda nuevamente arraigarse en lo real, enraizarse en la belleza del diálogo con lo abierto y lo inacabado.

Citas Bibliográficas:

1 Black Elk. Black Elk Speaks. Transcribed by John Niehardt. Lincon: University of nebraska Press, 1961 (198-200).
2 Sandner, Donald F. Navaho Symbols of Healing. Rochester, Vermont: Healing Arts Press.
3 Krishna,G. Kundalini: The Evolutionary Energy in Man (with psychological Comentary by James Hillman) Boulder : Shambala, 1971.
4 Mujica, Hugo. Grupo de Filosofia.
5 De un poema de Rene Char
6 Pallaro, Patrizia, ed. Authentic Movement. Essays by Mary Whitehouse, Janet Adler and Joan Chodorow. London, Jessica Kingsley Publishers, 1999.
7 Schenk, Ronald. Navajo Healing. Psychological Perspectives. Vol. 20 / 2. Fall Winter 1988. C.G. Jung of Los Angeles.
8 Citado por Mujica, Hugo. Grupo de filosofía